A veces, la voz da cobijo a los oídos en un grito liberador. Se hace oscura. Quebrada, se cifra. Cifrado, el dolor no obstaculiza el tránsito de la escucha a los intestinos. Se nombra, y, en el esfuerzo, se produce el estruendo con el tufo…
Saber ser. Ser. Sencillo. ¿Sencillo?
Dando palos a ciegas se dejan señales; huecos informes por donde asoma la mirada. ¿Cómo podría… no darlos? No puede la mirada dejar de producirse, como no puede la sangre dejar de fluir. Cabría preguntarse, en estos tiempos de inmediatez, cómo vivía realmente Tiresias…qué agonía vivió Casandra.
Se descuelga una lágrima cuando se echa el cuajo a la palabra. Seca se convierte en cristal afilado.
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