La casa, se esbelta, mientras adentra sus cimientos en la tierra empinada. La casa, ufana, se muestra cuadrada…no sabe del poder natural de la tierra curvada.
La entrada juega con los anillos que el tiempo fue girando. Se abre al respeto, no al impreso sobre papel mojado, no. Al cuidado que procura la sonrisa cuando hace vibrar la mirada.
Se abre al relieve de paredes con flores no dibujadas. Blancas, van y vienen sobre el suelo que, imperceptible se recuesta sobre un lecho inclinado.
Dejo la ventana abierta.
La cortina baila fría con la corriente.
Lenta,
se estira tensa.
Blanca,
vela la imagen de un reflejo.
Admiro la cortina en la sencillez de su blancura.
-Blanco roto dijeron-
La luz se sostiene en la pupila cuando clava sus evidencias.
La cortina
a sus espaldas una fuerza invisible,
la lanza obstinada:
Torsión de humanidad imposible.
Intenta arrebatar el destello que sangra la casa.
Extenuada, una pausa.
Repta la fachada.
Despacio
regresa al baile acompasado
pinzada
bajo la recta utopía de una barra.